Pequeño pulgarcito,
quiero hablarte de una semilla más pequeña que tú.
Una semilla sembrada hace siete marzos.
Removida cada año,
que dá vida.
Semilla que eres tú y soy yo
y que se mantiene vive,
dando frutos.
Pequeños frutos de alegría y colores.
Pequeño Pulgarcito:
América no olvida tus nombres,
porque eres fuente de sueños y utopías.
Tierra abonada donde fue sembrada la semilla palabra viva.
Tu tierra,
violada infinidad de veces,
se desangra en la agonía que espera resurrección.
Tu rostro de sufrimiento se transfigura,
andas el camino del calvario,
llegas a la cruz
das pasos a la nueva vida y mueres para vivir.
Pequeña semilla de mi pequeña Salvador.
Gigante de la aurora:
sé fermento del nuevo sol,
luz del sol saliente,
que en cada resplandor puedas quemar o dar vida,
calentar y alimentar.
Pequñea hermana latinoamericana
que tus ramas de eleven hasta el cielo fraterno de la unión.
Que tu tronco,
fuerza indomable de vencedor,
sea el soporte para una dicha merecida y por siglos escondida,
que tu raíz se profundice en todos nosotros:
hombres y mujeres liberados.
Haciendo un injerto que dé origen a un fruto diferente,
pero en esencia FRUTO.
(Marzo 23, 1992)
Periodista de profesión. Trabajadora Social por convicción. Facilitadora en procesos formativos. Declamadora. Amante de la vida, la sonrisa y el vivir cada día con la intensidad de estar disfrutando el último de mis días. Pienso que el cambio del estatus quo es posible y que las y los empobrecidos merecemos un mundo de respeto, equidad y justicia social.
viernes, 29 de febrero de 2008
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