Si los de abajo nos movemos, los de arriba se caen.

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Erenia (Leni) Mesa Linares

sábado, 14 de junio de 2025

Los que se alejan de Quisqueya: una reflexión desde Omelas

En "Los que se alejan de Omelas", Ursula K. Le Guin nos lanza una parábola brutal: una ciudad utópica florece sobre el sufrimiento perpetuo de un solo niño encerrado en la oscuridad. Todos lo saben. Muchos lo aceptan. Pero unos pocos… se van.

Ahora bien, ¿y si Omelas no fuera una fantasía, sino un espejo?

La República Dominicana del presente, con sus resorts relucientes y torres nuevas en la capital, muestra una postal de desarrollo que a menudo oculta los sótanos de la pobreza, la inequidad estructural y la exclusión histórica. Mientras una parte del país celebra estadísticas de crecimiento económico, otra sigue atrapada en el cuarto oscuro: comunidades rurales sin acceso a servicios básicos, barrios marginados que reciben las migajas del presupuesto, mujeres y jóvenes invisibles para la política pública, migrantes empujados a los márgenes.

El pacto tácito que sostiene esta aparente estabilidad no es muy distinto al de Omelas. Nos preguntamos: ¿es moral un bienestar que descansa sobre la desigualdad? ¿Qué hacemos con el “niño y niña” dominicanos —o mejor dicho, con las y los miles— que viven atrapados en la trampa de la pobreza, no por mala suerte, sino por diseño?

En nuestra realidad, “los que se alejan” no necesariamente se van del país. Son quienes rompen el pacto: activistas que denuncian la injusticia, educadores y educadoras que enseñan a pensar, funcionarios y funcionarias que no se dejan comprar, ciudadanos y ciudadanas que eligen ver y actuar. No abandonan la ciudad, pero sí su complicidad.

El relato de Le Guin no da respuestas. Solo una incomodidad persistente. Como debería hacernos sentir también nuestra propia Omelas criolla.

Porque, si todo sigue igual… ¿quién se atreverá a romper la fiesta? 

¿Y tú, te quedarías?



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