Si los de abajo nos movemos, los de arriba se caen.

Si los de abajo nos movemos, los de arriba se caen.
Erenia (Leni) Mesa Linares

lunes, 21 de abril de 2025

Francisco y las CEBs: La semilla del Evangelio germinando desde abajo

Por más lejos que parezca Roma, hay veces en que el Espíritu sopla desde el sur. 

Cuando Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa en 2013, muchos no imaginaron que un hijo del continente latinoamericano reivindicaría con tanta claridad la vocación popular, profética y liberadora de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs). Lo que parecía una tensión no resuelta durante su etapa como obispo en Argentina, se transformó en su pontificado en un abrazo pastoral a una de las experiencias eclesiales más fecundas de nuestro tiempo.

Un camino compartido, aunque distinto

Las CEBs nacieron en América Latina en las décadas del 60 y 70, en medio de una Iglesia que comenzaba a escuchar con más atención “el clamor de los pobres” y a vivir el mandato del Concilio Vaticano II con carne y hueso. Inspiradas por la Teología de la Liberación, estas comunidades pusieron en marcha una Iglesia que ya no se pensaba desde los altares, sino desde las veredas polvorientas, los barrios marginados y los campos olvidados.

En esos años, Bergoglio se formaba en un contexto eclesial aún cauteloso frente a los excesos ideológicos. Si bien nunca rompió con la opción preferencial por los pobres, fue crítico con algunos sectores de la Teología de la Liberación que abrazaban el marxismo como marco de análisis. Este matiz lo llevó a tener una relación prudente con las CEBs, aunque sin negar su valor pastoral ni su raigambre evangélica.

El Papa que volvió a mirar hacia el sur

Ya como Papa, Francisco cambió el tono y reafirmó el fondo. No solo habló de una “Iglesia pobre y para los pobres”, sino que en múltiples ocasiones elogió el papel de las CEBs en la evangelización, la construcción de ciudadanía y la defensa de la dignidad humana.

En 2014, ante representantes de las CEBs de todo el continente, dijo con firmeza:

"Ustedes son una esperanza para la Iglesia. Las CEBs son una manera concreta de vivir la fe en comunidad, con compromiso con los que más sufren. Son semillas del Reino." Con esta frase, rompió con el prejuicio clerical que las veía como focos de disidencia y las colocó en el corazón mismo de la misión eclesial.

Una teología hecha en sandalias 

Lo que el Papa propone no es un retorno ingenuo a estructuras pasadas, sino una Iglesia sin miedo a mancharse los pies de barro, que camina con las comunidades, que escucha, que discierne en comunidad. Las CEBs, con su espiritualidad participativa, su lectura popular de la Biblia, y su compromiso social, encarnan esa visión.

Francisco reconoce que el Pueblo de Dios no es sólo destinatario, sino sujeto activo de la fe. En eso, se acerca profundamente al espíritu que inspiró las CEBs desde sus orígenes. Por eso, no es exagerado afirmar que este Papa —que predica con gestos y con silencios— ha reactivado la brújula eclesial hacia el sur, hacia las periferias, hacia la comunidad.

Una Iglesia sin techo ni moldes

Hoy más que nunca, las palabras de Francisco resuenan como eco de las comunidades que resisten y celebran, que educan y acompañan desde abajo. Con él, las CEBs han vuelto a respirar dentro de la Iglesia institucional, no como nostalgia del pasado, sino como camino hacia una Iglesia sin techo ni moldes, abierta a la escucha, el diálogo y la vida.

CEBs en Sabana Perdida: con Francisco, el Evangelio se hace barrio 

Desde los callejones donde juega la infancia hasta los altares improvisados en los patios, las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) en Sabana Perdida han sido semilla, sombra y sostén. En este rincón vivo del Gran Santo Domingo, donde la fe se canta en las esquinas y la solidaridad se cocina en calderos compartidos, las CEBs siguen siendo expresión auténtica de una Iglesia con rostro de pueblo.

El Papa Francisco, ese pastor que llegó desde el sur al centro del Vaticano, ha vuelto a poner las CEBs en el corazón de la Iglesia. Con palabras sencillas pero profundas, nos recuerda que la Iglesia no crece desde arriba, sino desde abajo. Las CEBs son pequeñas comunidades que leen la Biblia con los pies descalzos, oran con las manos llenas de trabajo, y aman con el alma abierta.

En Sabana Perdida, donde el ruido no apaga la esperanza, las CEBs son semillas de Reino sembradas entre colmadones, callejones y patios compartidos.

Pero también es cierto que muchas de nuestras comunidades se han debilitado. La pandemia, la migración, el desencanto y la sobrecarga pastoral han erosionado estructuras que antes parecían inquebrantables. Por eso, esta reflexión no es solo un homenaje: es un llamado a reanimar el fuego.

5 pasos concretos para reavivar las CEBs en Sabana Perdida

  1. Escuchar más, organizar mejor: Promover pequeñas reuniones semanales en casas, no solo para rezar, sino para escuchar realidades y compartir dolores y alegrías. La escucha activa es el primer paso para el compromiso.

  2. Formación popular y constante: Realizar talleres de Biblia con enfoque de vid , cursos cortos de liderazgo comunitario, y temas como medioambiente, migración o derechos humanos. Que la CEB sea escuela de vida y conciencia.

  3. Vincularnos con la realidad social: Identificar familias en mayor vulnerabilidad, personas adultas mayores solas o jóvenes sin oportunidades. Desde ahí, crear redes solidarias, como trueques, comedores comunitarios o brigadas de apoyo.

  4. Aprovechar la tecnología sin perder la calidez: Crear grupos de WhatsApp o redes sociales de la comunidad para compartir reflexiones, convocatorias, alertas o incluso celebraciones virtuales. La fe también se transmite con emojis.

  5. Multiplicar liderazgos, no centralizarlos: Promover liderazgos rotativos, participativos y con perspectiva de género y juventud. Que la comunidad no dependa de “una sola voz” sino que sea un coro de muchas.

Como decía Monseñor Romero: “Una Iglesia que no provoca crisis, que no inquieta, que no denuncia lo que está mal... es una Iglesia enferma”. Y Sabana Perdida tiene salud espiritual de sobra: lo que falta es organización y fuego.

Hoy más que nunca, con Francisco en Roma y las CEBs en nuestros patios, el Reino sigue latiendo en voz baja pero firme. Solo hay que atreverse a seguir caminando juntos, a nuestro modo, sin prisa... pero sin pausa.



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