En memoria de las más de 200 almas del Jet Set en la madrugada del lunes 7 de abril del 2025.
“El justo perece, y no hay quien piense en ello;
y los piadosos mueren, sin que nadie comprenda
que ante el mal es recogido el justo.”
En una noche de júbilo y tambor,
cayó el silencio, cruel y traicionero.
Bajo las luces, se apagó el ardor,
y el gozo se tornó en duelo sincero.
No hay ricos, no hay pobres, no hay distinción,
la muerte no pregunta por apellidos.
El luto es uno, sin negociación,
y el alma tiembla en todos los sentidos.
Dominicana llora, entera, sin voz,
su corazón partido en mil pedazos.
Sus hijos caídos, presentes con Dios,
ausentes aquí, en nuestros abrazos.
Que no se diga que murieron ya,
pues viven donde el recuerdo florece.
Mientras el pueblo su dolor contará,
la muerte no gana… si el amor permanece.
Oh Jet Set, fuiste altar y fuiste tumba.
La tragedia no tiene playlist,
pero cada lágrima que cae
compone una sinfonía de duelo nacional.
Recordaremos. No por morbo ni noticia.
Recordaremos porque el alma duele,
y porque el olvido… ese sí es la muerte.
Que sus nombres vivan en la memoria colectiva,
como faroles encendidos en la noche del Caribe.
Y que el país, golpeado y dolido,
se levante con sus nombres en los labios.
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